Reconozcámoslo: el subte es uno de los transportes más eficaces de la ciudad. Pero cada vez que vamos a tomarlo tenemos que considerar varios factores. El subte tiene su propio “sub-clima” que en general es opuesto a la temperatura que hay en el exterior. Además, si vamos en alguna de las horas “pico” puede que en ciertos momentos sintamos que nos deshumanizamos y nos convertimos en sardinas enlatadas. Por estos y otros motivos, hay momentos que conviene dejar pasar uno o dos trenes y esperar que alguno venga más “despejado”.
En los subtes de Estocolmo, además de un servicio mejor, también tienen el título de ser la galería de arte más larga del mundo. Esto se debe a que 90 de sus 100 estaciones, incorporan obras de arte de reconocidos autores internacionales de tal forma que dan ganas de quedarse horas y horas contemplando sus diseños, pagando solo el precio de un billete sencillo.
Entre las estaciones, destaca la “Estación Central de Estocolmo” o T-Centralen. Además de ser la más transitada de la capital escandinava fue la primera que contó con pinturas de 12 artistas, allá por el año 1957, cuando fue diseñada por Peter Celsing.
Pero de entre las más de 90, los amantes de la tecnología nos quedaríamos embelesados con la estación Thorildsplan y sus paredes decoradas con simpáticas y divertidas figuras que homenajean videojuegos clásicos, como el archiconocido “Pac-man”.
De esta nota podemos sacar dos conclusiones: si vamos a Estocolmo ya tenemos un plan barato para hacer en una de las ciudades más caras del mundo y también que las estaciones del subte porteñas deberían sumar un poco más de arte y creatividad. Eso es sin duda, loqueva.