La nomofobia es el miedo irracional que sienten algunos cuando algo les impide interaccionar con su celular. El trastorno se identificó primera vez en 2008 y su nombre proviene del término inglés “no-mobile phobia” (fobia a estar sin móvil). Los expertos señalan que estas personas experimentan una gran ansiedad cuando se dan las siguientes situaciones: pérdida de celular, batería o crédito agotado y falta de señal.
“Todavía no se puede considerar una enfermedad. La nomofobia es más bien un síntoma de la adicción al móvil”, señaló a BBC Mundo Francisca López Torrecillas, experta en adicciones de la Universidad de Granada quien actualmente trabaja en un estudio sobre nomofobia entre universitarios españoles. Según detalló, los principales síntomas de una persona nomofóbica son el miedo a no disponer del celular. El nomofóbico no puede imaginar salir a la calle sin él y además invierte un mínimo de cuatro horas diarias consultándolo por motivos ajenos al trabajo.
Según Torrecillas la mejor forma de detectar a un nomofóbico es hacer que anote el tiempo que invierte en su celular y, si sobrepasa las cuatro horas, tratarlo como un problema. “Sería bueno planificar otro tipo de actividades de ocio que no sean estar con el móvil: salir con los amigos, hacer ejercicio físico… Si hay un problema más personal deberían consultar con un especialista”.
La nomofobia ha sido vinculada con la adicción a la tecnología y, en lo que a celulares respecta, a la necesidad que sienten muchos de revisar constantemente cada mensaje, alerta o sonido que genera el celular.
A principios de este año un equipo de investigadores de la Universidad de Worcester en Reino Unido, determinó que esta ansiedad permanente, resultado de estar siempre conectados, eleva considerablemente los niveles de estrés de los usuarios. Paradójicamente, el estrés era mayor cuando el celular se usaba más para fines personales que laborales.
El estudio también hizo énfasis en el papel de los celulares inteligentes a la hora de incrementar nuestra necesidad de sentirnos conectados. “Mientras más los usamos más dependientes nos volvemos y en realidad aumentamos el estrés en lugar de aliviarlo”, dijeron los investigadores.
De hecho, finalizaron en su reporte, algunos sienten una necesidad tan extrema de estar en contacto que llegan a notar “vibraciones del teléfono que no existen”