A todos nos apasionan las Polaroids, esas fotografías que tenés listas casi al instante y que poseen un halo de nostalgia y misterio que hoy en día se llevan tanto. Sacar la foto y agitarla para que la imagen vaya apareciendo poco a poco es lo más cercano a la magia que experimentamos muchos de los nacidos en los 80’s.
Pero a pesar de la fascinación que nos provocan hasta hace muy poco estaban condenadas a desaparecer y muy probablemente lo habrían hecho si no fuera por André Bosman y Florian Kaps. Juntos crearon “The Impossible Project”, una ambiciosa iniciativa donde consiguieron capital privado y compraron la última fábrica que vendía la película instantánea para las cámaras Polaroids. Contrataron a 10 empleados y practicamente de cero reconstruyeron la pasión por estas cámaras, llegando a tener en la actualidad más de 200.000 usuarios de sus servicios.
En su página web, no sólo venden película instantánea, cámaras o incluso gadgets para convertir tus fotos de celular en auténticas polaroids (otro día hablaremos del Instant Lab), sino que también crearon una comunidad social para compartir fotos y experiencias.
A diferencia de las fotos digitales, donde podemos disparar prácticamente sin pensar, parte de la magia de esta fotografía reside precisamente en tener un número de fotos limitado, llevándonos a ser más selectivos y a meditar aquello que estamos retratando. Curiosamente, no son los nostálgicos los que más usan este servicio. La franja de edad donde más triunfa “The Impossible Project” es entre los 16 y los 25 años. Está claro que lo “hipster” ha impulsado (y mucho) la tecnología.