La serie más vista de E!, Keeping Up with the Kardashians, regresó en su décimosegunda temporada, mientras la familia continúa adaptándose a algunas nuevas e inesperadas circunstancias.
El efecto Kardashian es una fuerza irrefutable en la cultura pop, siendo el tema de conversación predominante de forma regular. A pesar de que sus vidas se mueven en direcciones distintas, el profundo vínculo de la familia y el apoyo mutuo que se dan, nunca se resienten. La familia siempre es lo primero y esto está siempre presente en la nueva temporada del reality sensación de la TV, Keeping Up with the Kardashians.
La temporada comienza con Khloé que trata de adaptarse a su nuevo papel de enfermera de Lamar durante su recuperación. Scott continúa tratando de ser un buen padre y decide comprar una casa en Calabasas para poder estar cerca de Kourtney y los tres hijos que tienen en común. Mientras tanto, Kourtney trata de hacerle frente a su nueva vida sin Scott como su pareja.
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Además, el tiempo de Kim y Kris de compartir habitación, dadas las prolongadas renovaciones de la casa de Kim, llega a su final. Después de meses y meses de vivir en la casa de Kris, Kim ha agotado la hospitalidad de su madre y no tiene otra opción que buscar otro sitio en el que vivir, ya que su propia casa está muy lejos de estar siquiera lista. Kylie sigue los pasos de Kim y ‘’explota las redes’’ con sus populares kits de lápiz labial. Kendall está en la cima de su carrera: lanzó una línea de ropa con su hermana Kylie, se rodea del jet set en diferentes países por negocios y placer, aparece en la portada de las revistas de moda más importantes y además, desfila en los fashion shows más destacados. Sin embargo, al gran éxito lo sigue un gran sacrificio también, y Kendall debe decidir si hacerlo todo realmente vale el precio de no poder compartir momentos familiares que son irreemplazables.