
Dos íconos del rock alternativo unieron fuerzas en una fecha electrizante que quedará grabada en la memoria musical porteña.
Lo que prometía ser una noche legendaria lo fue desde el primer acorde. Este jueves, el C Art Media se convirtió en el epicentro de la distorsión, actitud y vanguardia sonora con la llegada de St. Vincent y Kim Gordon a Buenos Aires. Una velada producida por DF Entertainment y curada para los amantes de las guitarras filosas, los bajos indomables y las artistas que hacen historia desde el margen y el riesgo.
La encargada de abrir la jornada fue Kim Gordon, referente absoluta del noise y el underground neoyorquino, quien subió al escenario a las 19:50 con una propuesta tan visceral como hipnótica.
Acompañada de una banda minimalista y poderosa, desplegó un set que incluyó piezas de su celebrado disco The Collective, como “BYE BYE” y “I Don’t Miss My Mind”, sumergiendo al público en una atmósfera densa, experimental y profundamente física. El recorrido también incluyó “It’s Dark Inside”, “Dream Dollar” y el cierre con “Cookie Butter”, donde los beats industriales y el spoken word se fundieron con una entrega cruda y sin concesiones. Una performance que reafirmó por qué sigue siendo una figura esencial para comprender el presente (y el futuro) del rock.

A las 21:10, con una puesta en escena elegante y teatral, fue el turno de St. Vincent, quien volvió a Buenos Aires luego de seis años y en uno de los momentos más brillantes de su carrera. Ganadora de tres Premios Grammy este año por All Born Screaming, la artista desplegó un show compacto, emocional y contundente. Desde el arranque con “Reckless” y “Fear the Future”, la audiencia se entregó por completo a los riffs angulares y la voz magnética de Annie Clark.


El setlist fue un recorrido catártico por su nuevo material —con puntos altos en “Broken Man”, “Flea” y la ya icónica “Big Time Nothing”— y también incluyó joyas de discos anteriores como “Los Ageless”, “Birth in Reverse” y “New York”. El cierre, con “All Born Screaming” y “Candy Darling”, funcionó como un manifiesto de su propuesta: intensidad, sofisticación y una búsqueda artística sin moldes. Cada canción fue acompañada por fanáticos hipnotizados por esta musa del rock y una banda afilada, que realzó aún más la potencia de la propuesta.


La combinación de estas dos artistas en una misma noche no solo fue un lujo: fue un acontecimiento. Un cruce generacional entre dos figuras que comparten una visión audaz de la música como campo de batalla emocional y artístico. Una fecha única que nos recordó que el rock, en sus formas más disruptivas, sigue latiendo fuerte. Y esta vez, fue en Buenos Aires.