El día en que Nirvana resucitó y tocó en el barrio de Flores

Por Rodrigo Mendez 📸@gonzalomichelgodoyph

La banda tributo al mítico grupo de Kurt Cobain desembarcó en Buenos Aires con un show potente y prolijo. Como esas réplicas de algo original hechas a la perfección, Seattle Supersonics le cumplió el sueño a una multitud: volver a los 90 y presenciar un recital de los máximos exponentes del grunge.

Parecen salidos de Aberdeen, lugar donde nació Cobain, cerca de Seattle, pero son más argentinos que el mate o el dulce de leche. Al verlos en el escenario, no hay diferencias con la banda del rubio que cambió el rock para siempre. Un cantante flaco y desgarbado, con su cabello caído tapando el micrófono, un bajista saltando con pasión símil Cris Novoselic y un baterista con la misma polenta que el legendario David Grolh. Pero lo más interesante es lo que sucedía en el Teatro de Flores el pasado domingo si uno cerraba los ojos: el mismo alarido desgarrador de Kurt, las canciones ejecutadas con una precisión impactante. Todos sintieron que Nirvana había regresado del más allá para aterrizar en Buenos Aires.

Seattle Supersonics nació en 2010 entre tres amigos que compartían el fanatismo por el legado de Kurt Cobain. El nombre del grupo se debe al desaparecido equipo de básquet de la ciudad en la que el grunge vio la luz. Con esmero y dedicación por los detalles, desde hace un tiempo a esta parte son considerados como una de las mejores representaciones de Nirvana a nivel latinoamericano. En el último año realizaron giras por España, Brasil y gran parte de Argentina, hasta desembocar en el Teatro de Flores, en lo que ellos mismos catalogaron como el recital más importante de sus vidas. Ningún fanático del Kurco quiso perderse esa velada tan especial.

En el recital de dos intensas horas, unas 1.800 personas gritaron los estribillos de los temas más conocidos de Nirvana, e incluso algunas perlitas de la banda como regalo para los más fundamentalistas. La Orquesta Sinfónica de Villa Lobos aportó arreglos y acompañamientos súper aceitados y la fiesta del público nunca se detuvo, alimentada desde el escenario por los Supersonics con su arrolladora presentación. A poco de cumplirse 30 años de la muerte de Cobain, la cita en el barrio de flores funcionó como perfecto homenaje a ese mito que sigue desafiando al olvido.

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